¿Por quién debería sentir respeto? ¿Por los saqueadores
del país? ¿Por aquellos que durante decenas de años ejercieron el poder sólo
para unos cuantos robándose lo que pertenece a todos? ¿Por los malversadores de
la Historia? ¿Por la Iglesia y sus infiernos armamentistas?
¿Por el país del Norte que se traga a diario a miles de
los míos? ¿Por su política global que deglute sangre y carne para producir
mierda?
¿Por quién debería sentir respeto? ¿Por el hombre de
ideales que se endeuda hasta la piel por un automóvil nuevo? ¿Por los
comerciantes que roban peso por peso? ¿Por los delincuentes de cuello blanco
que planean saquear nuevamente al país? ¿Respeto por la Madre Patria, por la
España que malgastó lo robado?
¿Por los enajenados que se espantan ante el erotismo y se
sacian en la venganza y en la muerte? ¿Por los pastores de iglesias
trasnochadas que aseguran escuchar a Jesucristo? ¿Por los padres que tienen
tantos hijos que no ven a ninguno? ¿Por las madres que acuchillan a sus hijos?
¿Por sicarios estupidizados con drogas duras y con telenovelas? ¿Respeto por
los medios de comunicación que alardean la supremacía de los blancos? ¿Respeto
por los funcionarios que no funciona? ¿Por gobernadores que no gobiernan?
¿Respeto por la cruzada contra el hambre? ¿Respeto por la madrastra tecnología?
¿A quién debemos implorar que nos perdone? De vivir
siempre bajo el sol que nos alumbra. De cara al destino de la vida. Sin nada
más que con lo que llegamos. ¿Cuál es el pecado, la falta, el crimen, que nos
aquejan por querer un mundo sin hombres lobo más que en la imaginación?
Queremos un mundo con agua. Un mundo de frutos. Un mundo de niños y niñas
libres. Un mundo de adultos solidarios. Un mundo en donde fallar también sea
posible, y que aprendamos a reconocer esos errores y apoyarnos en la red que
son los otros, para no caer.
Pero esto ya no será posible. El mundo cree sostenerse en
su poder de interpretación. He ahí la trampa mortal. Despídanse del Homo
Sapiens, del Homo Faber, del Homo Ludens, del Hombre que crea Dioses. Nuestra
gramática se reduce a términos de máquinas. Las políticas genocidas serán cada
vez más duras y frecuentes. Como lo pronóstico José Saramago –El mago- nos
espera un macro infierno para la mayoría, y un micro paraíso para la minoría.
No te preocupes, si no tienes en tu cuenta bancaria un millón de dólares, no
serás la minoría.
¿De quién debe venir nuestro salvoconducto para vivir?
¿De los poderosos que masacran la mente de millones? ¿De Monsanto? ¿De la Nasa? ¿Del Ejército
Mexicano? ¿De la Guardia civil Suiza? ¿Del Papa? ¿El dinero no es el Dios de
todos?
Trato de palpar al ser humano y lo siento muy cerca. Pero
dudo mucho que exista la energía suficiente para la gran empresa. La gran
empresa que es socavar todas las instituciones, valores, creencias y
determinismos conocidos hasta ahora para refundar un nuevo horizonte. No existe
la suficiente energía colectiva. No hay la inteligencia comunitaria para
impulsar un último estirón hacia el arte de la libertad. Yo defino el arte de la
libertad como el arte de bien morir. Y
ya estoy en espera de que vengan por mí. A acusarme de traidor por creer que la
poesía está en el centro de todo, aunque no la vean.
Ricardo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario